viernes, 6 de julio de 2012

CAPÍTULO 26 Mags

Hace quince años que no piso el Capitolio. Desde el segundo vasallaje, cuando perdí a cuatro niños inocentes. Muchos son los que me dicen que tengo que volver a hacer de mentora, que soy la mejor. Yo no creo que eso sea cierto, todos los que han ido en mi lugar en los últimos años lo han hecho muy bien, aunque nadie a traído de vuelta a tantos tributos como yo. Pero ya soy muy mayor y no me veo con fuerzas.

Aunque no haya ido a los juegos, he estado trabajando desde aquí, enseñando a los niños técnicas de supervivencia tales como crear anzuelos o redes capaces de atrapar a un contrincante. Me siento en la playa cada día y observo a mis nietos crecer, hasta que el griterío de niños en la orilla me obliga a levantarme, con esfuerzo e ir en su encuentro.

 - ¡Buenos días a todos! - los saludo al llegar junto a ellos. - ¡Se os oye desde mi casa! - todos ríen, y yo con ellos.

- ¡Llegas tarde Mags! - dice Dawn, sentándose a mi lado.

- Lo sé pequeña, pero ya no estoy tan ágil ni soy tan rápida. - mi declaración provoca más risas. - ¿Alguien me pasa un poco de cuerda? Os voy a enseñar a hacer un nudo del que nadie, sin un arma cortante podrá escapar.

Estas últimas palabras callan toda conversación o risa. Ahora todos me prestan la mayor de las atenciones. Estoy ayudando a Awel con su nudo, cuando noto que alguien se acerca al grupo de puntillas.

- ¡Finnick Odair, llegas tarde!. - digo sin levantar la vista de la cuerda que tengo en las manos.

Escucho las risas de los otros y la suya propia mientras se acerca a mí. Me rodea con los brazos y me da un beso en la mejilla.

- Lo siento Mags, estaba practicando con el tridente y se me fue el tiempo. - se disculpa con esa voz dulce y zalamera que sabe que desarma a cualquiera.

- Dile a tu padre que los nudos también son importantes. - le digo pasándole una cuerda. - ¿Acaso ya a olvidado quien le enseñó a atar cabos? Aun recuerdo la primera vez que el mar se llevó su barquita porque no supo amarrarla correctamente. - todos ríen y veo aparecer a River, el hijo mayor de Ona.

 - ¿Puedo unirme al grupo? - pregunta algo tímido.

Tras unos segundos mirándolo, le ofrezco una cuerda y lo invito a sentarse a mi lado. Estoy algo nerviosa, es la primera vez que voy a hablar con uno de mis nietos. Se parece mucho al hombre del cual heredó el nombre, excepto los ojos, tiene los ojos de su madre, que son exactamente igual a los míos.

- Creo que no nos conocemos, me llamo Mags. - me presento a la vez que le ofrezco la mano.

- River Frey. - se presenta mientras me estrecha la mano.

- Justo ahora les estaba enseñando a hacer un nudo corredero, ideal para atrapar presas. - mientras los otros van practicando sus nudos, yo le explico paso a paso a River algunos nudos importantes que ya hemos hecho.

A lo lejos se oyen las voces de algunas madres llamando a sus hijos, miro al cielo y me doy cuenta de que se nos a pasado la mañana volando. Algunos se levantan y me enseñan sus nudos antes de irse a casa. Yo me levanto y me acerco a la orilla para mojarme un poco la cara. Cuando me giro para marcharme, Finnick está tumbado en la arena trabajando en sus nudos y River sigue sentado donde lo dejé. Me acerco a él y me siento a su lado, está intentando hacer un nudo tejedor, pero anticipa una vuelta de cuerda y cuando la estira se deshace todo.

 - Primero has de pasar la cuerda por debajo y después volverla a pasar por arriba, luego le das la vuelta y ya lo tienes. - le explico.

Sigue mis instrucciones y finalmente lo consigue. Me mira sonriendo y me lo enseña, asiento sonriendo también y entonces, aparece ella acompañada de una niñita preciosa de bucles cobrizos iguales a los de ella.

- ¡Ri! - lo llama.

Él se gira y la llama con la mano para que se acerque. Ella pone los ojos en blanco, pero finalmente echa a andar hacia nosotros.

- Hola. - me saluda de pasada y yo asiento con la cabeza en un saludo silencioso. Se agacha junto a su hijo y este le enseña el nudo. - ¿Desde cuando te interesan los nudos?

- No lo sé, pero me pareció buena idea aprender algunos, por si acaso... - dice susurrando las últimas palabras.

- ¡Tú no vas a ir a los juegos, no necesitas saber esto! - le espeta ella con claro disgusto en la voz.

- Mi abuela siempre decía que el saber no ocupa lugar. - le digo.

- Y eso lo dices tú, que estás aquí sentada enseñando a todos esos niños a hacer nudos para atrapar a otros niños y así poder matarlos. - me dice empezando a alzar la voz.

- Mamá, te estás pasando. No tienes ni idea de lo que estás diciendo. - le espeta River a su madre.

- No creo que ese sea modo de hablar a tu madre jovencito. - le reprocho a River. - Y con respecto a lo que me echas en cara. - empiezo a decirle a ella. - Yo no estoy aquí para enseñar a niños a matar a otros niños, les enseño a sobrevivir. Todo lo que yo les enseño les sirve para la vida aquí, en el mar. - le digo mientras se lo señalo. - Son cosas que todo habitante del distrito cuatro necesita saber si quiere labrarse un futuro.

Dicho esto me levanto y me giro hacia Finnick, que no a levantado la vista de su cuerda ni un segundo.

- ¡Finn! - lo llamo. - Acompañame a casa, tengo algo para Lux.

Lux es íntima amiga mía y abuela de Finnick. Él y su padre, Jonah, viven con ella desde que su madre murió cuando él tenía siete años. A pesar de que Jonah trabaja y Finn lo ayuda de vez en cuando, no siempre tienen suficiente dinero para comer. Por eso yo me encargo de que no les falte de nada, igual que hago con mi hija y su familia, aunque al contrario que Lux, ella no lo sabe.

Por el camino que lleva hasta mi casa, Finnick me avasalla a preguntas sobre distintos tipos de nudos o sobre como hacer un anzuelo con la espina de un pescado y el tallo de una flor. Finalmente llegamos y lo invito a pasar, lo conduzco hacia la cocina y le ofrezco un gran pedazo de bizcocho de limón y un vaso de té helado. Mientras él come, seguimos hablando del tema y yo le voy preparando todo lo que se tiene que llevar a casa: comida, algunas medicinas, algo de ropa y un poco de dinero. Pasado un rato, nos despedimos y ya cargado de provisiones se marcha. Yo me siento en mi mullido sillón y me pongo a bordar el regalo de cumpleaños de Sirin, la hija pequeña de Ona.

Llaman a la puerta y aunque mi primer pensamiento fue no abrir, finalmente lo hago y me arrepiento casi al instante.

- ¿Cuantas veces he de decirte que no vengas a mi casa? - le espeto a la vez que la tomo del brazo y la meto corriendo en casa, asegurándome de que nadie la ha visto antes de cerrar la puerta.

- A pasado mucho tiempo Mags... - dice Rose en tono cansado.

- Eso no importa, mientras ella siga viva nadie debe saberlo. - susurro. - Dime que necesitas y te lo daré, pero debes marcharte cuanto antes.

- No necesitamos nada gracias a ti. - dice.

- Entonces, ¿a qué has venido? - le pregunto, ahora preocupada.

- Ona me ha contado vuestra discusión de esta mañana. - me explica. - Está muy disgustada por la forma en que te habló y me ha pedido que viniera a disculparme.

- ¿Porqué no ha venido ella? - le pregunto, aunque realmente no quiero saber la respuesta.

- Porque está avergonzada. - me dice. - Y más después de que yo la reprimiera por su conducta.

- ¿Porqué has hecho tal cosa? - le digo, ahora claramente enfadada.

- Pues porque soy su madre, ¿no? - esa simple frase me parte el alma, porque aunque me duela, es la verdad. Ella es su madre, no yo. Es su deber reñirle aunque ya sea una mujer adulta, yo quise que así fuera el día que se la entregué.

- Tienes razón, tú eres su madre. - le digo con pesar. - Dile que está todo olvidado, que no la culpo por lo que dijo.

Rose asiente y la acompaño a la puerta, antes de cerrar recuerdo el regalo y le grito que espere, me meto en la casa y cojo el vestido blanco bordado en plata que cuelga del brazo del sillón, vuelvo hacia la puerta y bajo los escalones del porche para encontrarme con ella.

- Toma, es mi regalo para Sirin. - le digo entregándoselo. - Espero haber acertado con las midas. - le digo con una triste sonrisa en el rostro.

Ella vuelve a asentir y se marcha por el camino de tierra, yo me quedo dónde estoy hasta que la veo desaparecer colina abajo.

Una semana después, de camino a la plaza para la cosecha, veo a Ona junto a su marido y Sirin, que lleva el vestido que le hice. Supongo que River ya ha ido a ponerse junto a los demás chicos de su edad. Subo al escenario con la ayuda de Tyr y me siento en  mi sitio antes de que el alcalde Sattherwaite empiece con su aburrido discurso de siempre, al finalizar, le llega el turno a Niwl, que después de saludar pomposamente se dirige a la urna de la chicas, coge una papeleta y vuelve al centro del escenario. Carraspea tímidamente y lee en voz alta y clara:

- Nina MadHatter.

Vemos aparecer a una chica de unos dieciséis años alta y delgada, con el pelo castaño recogido en una coleta. Parece segura de si misma y eso me gusta.

Niwl la recibe sobre el escenario con un fuerte apretón de manos y acto seguido, se lanza a por el nombre del chico. Tarda unos segundos en coger la papeleta porque la saca del fondo, vuelve al centro y lee:

- Finnick Odair.

Mi corazón se detiene con una sacudida dolorosa cuando veo aparecer al chico en el escenario. Parece fuerte y seguro de sí mismo, pero yo lo conozco desde que nació, y se que detrás de esa gran sonrisa, está aterrorizado. Miro hacia el público y encuentro a Lux llorando desconsoladamente sobre el hombro de Jonah. Sigo mirando en busca de River, que está a salvo, junto a sus padres y es entonces cuando me decido.

Hacía mucho tiempo que no entraba en el Edificio de Justicia, pero no parece haber cambiado nada. Subo en el ascensor hasta la primera planta. Me topo con un  agente de la paz cuando se abren las puertas y sin hacer caso de lo que me grita, aprieto el paso y me dirijo a la sala de espera de los familiares de los tributos. Justo cuando llego, se abre la puerta y aparece una sollozante Lux agarrada del brazo de Jonah, que no llora pero tiene los ojos muy rojos.

- ¡Lux! - grito, acercándome para estrecharla entre mis brazos. - No temas, iré con él y lo traeré de vuelta, te lo prometo.

Un par de agentes aparecen para llevárselos y es entonces cuando me escabullo dentro de la sala donde está Finnick.

- ¡Mags! - exclama al verme aparecer por la puerta.

- No te preocupes, volverás a casa aunque sea lo último que haga. - le digo mientras le acaricio el cabello del color del bronce. - Te espero en el tren, no digas ni hagas nada hasta que nos veamos.

Vuelvo al ascensor para bajar y el mismo agente que antes me gritaba, vuelve para seguir con su perorata de antes. Yo simplemente lo miro sonriente, como si no entendiera ni una palabra de lo que me dice. Llevo años haciéndome pasar por senil. He fingido tener varios ataques propios de mi edad, pero aparte de una rodilla un poco cascada, estoy fuerte como un tifón. Al llegar abajo, me voy directa al tren y a pesar de las súplicas de Tyr y Balder de que es mejor que me quede en el distrito, me subo al vagón. Poco después, aparece Niwl con Finnick y Nina, que a pesar de la serenidad de su rostro, el enrojecimiento ocular la delata.

Le hago a Niwl un gesto con la mano, pidiéndole un poco de intimidad y ella enseguida desaparece tras una puerta dejándonos solos. Los invito a tomar asiento y yo hago lo propio frente a ellos. Al doblar la rodilla, emito un leve quejido de dolor y Finnick, siempre atento, se levanta de su asiento para ayudarme.

- Gracias. - le digo acariciándole la cara con suavidad.

El sonríe y se vuelve a sentar junto a Nina.

- No tenemos mucho tiempo, pronto llegaremos al Capitolio y una vez allí pasareis a manos de los estilistas y sus equipos de preparación. - les informo. - No volveremos a vernos hasta después de la ceremonia inaugural. Portaos bien y sed educados con todos ya que la primera impresión que causéis será la más importante durante vuestra estancia aquí, eso os ayudará a conseguir patrocinadores.

- ¿Crees que podrás conseguir buenos patrocinadores? - me pregunta Nina.

- ¡Por supuesto que lo hará! - exclama Finnick algo molesto. - Era la mejor mentora de todo Panem.

- Y yo no lo pongo en duda. - se defiende Nina. - Pero has de reconocer que es muy mayor y está enferma, todo el distrito cuatro lo sabe.

- ¿Porque habláis como si yo no estuviera aquí? - les pregunto, ambos bajan la mirada avergonzados. - Soy mayor, pero todavía rijo, créeme. Todo lo que oigas en el distrito sobre mí, son solo cuentos de vieja chismosa.

- Si, de una vieja chismosa llamada "Mags" - dice entre risas Finnick a la vez que hace unas comillas con los dedos al pronunciar mi nombre.

- Si, bueno, admito que yo inventé algunas de esas cosas. Pero no es mi culpa que la gente las creyera, ¿no? - les pregunto. - Al fin y al cabo, estaba siempre en la playa enseñando a todo el que quisiera, podrían haber preguntado.

- Supongo que si. - dice Nina.

- Bueno, ahora dejémonos de tonterías y vayamos al grano. - les digo en tono mas serio. - Vuestras habilidades. Necesito saberlas para empezar a trabajar. - ambos me prestan toda su atención. - Finnick, ya se cuales son tus puntos fuertes, pero quizás te guardes un as en la manga, ¡sorprendeme!.

- En realidad ya conoces mas o menos todo lo se hacer... Aunque últimamente he estado practicando mucho con el tridente de mi padre, que es mas grande y pesado. - explica.

- Jonah es un gran maestro y si tu eres la mitad de bueno que el, no tendrás muchos problemas. - le digo. - ¿Nina?

- Bueno, yo no sé manejar un tridente. - dice mirando a su compañero de reojo. - Pero se nadar bastante bien y soy ágil y rápida.

- Bastará si eres inteligente. - le digo.

Sigo dándoles instrucciones para causar una buena impresión en su llegada al Capitolio, mientras tomamos un tentempié, cuando aparece Niwl para avisarnos de que en breve llegaremos a la siempre atestada estación.

- Perfecto, gracias Niwl. - le digo, antes de girarme para encararlos de nuevo. - Recordad todo lo que hemos estado hablando y todo saldrá a pedir de boca.

Quince minutos después, el tren entra en la abarrotada estación. Parece que todo el Capitolio esta aquí metido, no cabría ni un alfiler. Al bajarnos, todos gritan el nombre de Finnick. Mujeres y hombres, niños y niñas, todos. Hasta que salgo de entre las sombras creadas por el vagón y un susurro de exclamación y sorpresa recorre toda la estación. << ¡Es Mags! >> murmullan algunos, << No puede ser... >> musitan otros, << Parece muy mayor >> susurran. ¡Que esperaban!, que fuera siempre joven y guapa.

Unos avox vienen a recoger a los tributos para llevarlos con sus correspondientes equipos de preparación y a mí, como si me hiciera falta, uno me agarra del brazo y me guía hasta la sala de mentores, dónde me ayuda a sentarme en un cómodo sillón de terciopelo color borgoña y me ofrece una vaso de zumo de naranja. Supongo que cree que necesito tomar más vitaminas. Me bebo el zumo por no hacer el feo, mientras espero a que lleguen los demás mentores. Justo cuando voy a dar el último trago, aparece el mentor que faltaba, borracho como una cuba. Se sienta a mi lado y el pestazo a alcohol de su aliento me da arcadas, pero me contengo. Es el ganador del segundo vasallage de los veinticinco. No tengo el placer de conocerlo, tuve que marcharme del Capitolio en el mismo instante en que murió mi último tributo. De todos los que han estado o estamos aquí, sin duda alguna, él es el mejor, el que tienen más mérito. Tuvo que superar el doble de adversidades y oponentes, cuarenta y siete niños tuvieron que morir para que él pudiera volver a casa.

- Tú debes de ser Haymitch, ¿no es cierto? - le digo en una voz que es apenas un susurro.

Se gira hacia mí y me mira con el ceño fruncido, se aparta el pelo de la cara, tose sin taparse la boca y me dice:

- Si señora, soy yo. - dicho esto se recuesta hacia atrás en su asiento y empieza a roncar sonoramente.

Pasado un rato que se me hace interminable, nos indican que debemos ir a las cuadras. Finjo que me cuesta levantarme y sorprendentemente Haymitch es el único que se ofrece para ayudarme Me lleva del brazo hasta el pasillo, dónde un avox que me resulta vagamente familiar me ofrece su brazo. Durante el camino hasta los ascensores, no puedo evitar mirarlo de reojo de vez en cuando, intentando recordar de que lo conozco, pero no caigo. Me meto en el primer ascensor que encuentro abierto junto con tres mentores más a los que no presto ni la más mínima atención. Cuando se abren las puertas, Niwl me está esperando.

- ¡Estoy deseando ver la cara que pones cuando veas a los chicos! - exclama.

Me lleva hasta un carro tirado por unos impresionantes caballos tan blancos como la nieve. Justo al lado veo a los chicos, Finnick lleva una toga blanca que le deja el maquillado torso al descubierto. Le han dibujado pequeñas escamas en tonos azules y verdes brillantes por aquí y por allá. En su mano derecha lleva un tridente pequeño y plateado, a juego con el que Nina lleva puesto en el pelo, para sujetarle la melena. Su vestido, deja también mucha piel al descubierto, pero tapa todo lo que tiene que tapar.

Siento a Niwl llamarme y me giro para encontrarme con ella. Está con una mujer muy extraña. Tiene la piel estirada, decorada con unos tatuajes formando rayas negras y doradas y la nariz aplastada con largos bigotes. Me acerco a ellas y Niwl me la presenta.

- Te presento a Tigris, la estilista de Finnick.

Le doy la mano y la estrecha entre las suyas, de uñas largas y afiladas.

8 comentarios:

  1. Ay drew me encanta!! Viva Finnick!! e.e
    Besos *3*
    PD: que es color borgoña? xD

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  2. Me alegra que te guste, porque tengo algo reservado para ti un poco más adelante. e.e

    El borgoña es el color del vino.

    ¡Petons!

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    1. Que será, será... Whatever will be, will be...the futures no ours to see, que sera sera
      http://www.youtube.com/watch?v=xZbKHDPPrrc
      preciosa cancion *-*
      ahora en serio, que sera? ¬¬

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  3. ¡Aaaaaaaaaaaaaaahhhhh! ¡Es jodidamente perfecto! ¡Que digo, despues de lo perfecto va esto!
    Gracias por poner mi nombre como tributo ¡encima en los Juegos de Finnick!
    Espero que nos llevemos bien y que mi muerte no sea horrible :S
    Jajjaa teq!
    Por cierto, capitulo 27 en los 76 Juegos !

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  4. http://profile.ak.fbcdn.net/hprofile-ak-snc4/71034_202788809741478_6470063_n.jpg

    De nada pequeña, ya te dije hace mil que tenía una sorpresa para ti. Se que he tardado mucho, pero quería que estuvieses con Finnick, porque sabía que te iba a gustar (y porque soy mega adorable)e.e

    Don't worry, seré buena con Nina, ¡te lo prometo!

    ¡Petons de maduixa!

    P.D: voy fatal con tu blog de los 76 juegos, (te has puesto las pilas con los capítulos y tengo que releerlo entero -.-') pero te prometo que en agosto me los leo todos.

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  5. Hola, holita... estoy aquí para comentar... O sea Chicle, perdona por la tardanza es que mis papis estaban de fiesta por el espacio bultos y vi a Brad con Melisa!!!!

    Finn... HORAAA DE AVENTURAS, LLEGÓ!! COGE A TUS AMIGOS Y VÁMONOS, CON JAKE EL PERRO Y FINN EL HUMANO, LO PASAREMOS GUAY HORA DE AVENTURAS... *-*


    Me topo con agente de la paz cuando se abren las puertas y sin hacer caso de lo que me grita ( O sea que... no oigo ná )


    ¡¡Tigris!! Por fin :D

    M'agrada.

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  6. Serás hipoglucida... ¡UN FALLO LO TIENE CUALQUIERA! (incluso yo)

    No, ahora enserio. Ya sabes que soy una pobre discapacitada y que por ello mismo, antes de colgar los capítulos los miro y remiro, pero algo se me tiene que escapar (ya sabes lo mal que escribo por la dislexia y más si me pongo nerviosa, lo cual es todo el tiempo xD)

    ¡TIGRIS! tenía que ponerla, es un personaje demasiado genial (y con una buena historia a sus espaldas o al menos eso intuyo) como para dejarla olvidada por el camino. Mags debía conocerla, sisisi.

    P.D: te he dicho mil veces que paso de ser la princesa Chicle. Prefiero a Marceline, que es más yo.

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