jueves, 12 de abril de 2012

CAPÍTULO 1 Mags

Cuando tenía cinco años, después de los llamados Días Oscuros ( la rebelión de los distritos contra el Capitolio, derrotando a doce de ellos y aniquilando al decimotercero.) se decretó que cada año, los doce distritos de Panem entregarían como tributo a un chico y a una chica de entre doce y dieciocho años, para ser entrenados en el arte de la supervivencia y para estar preparados para luchar a muerte en los llamados Juegos del Hambre, diversión para las acomodadas gentes del Capitolio, muerte y destrucción para los distritos. Un precio a pagar por querer luchar contra las opresiones a las que nos sometían los que supuestamente están aquí para protegernos, pero que contrariamente nos explotan y juegan con nuestras vidas a su antojo.

De eso han pasado ya doce largos años de angustia y desolación, pero debo estar agradecida, porque en mi distrito, el cuatro, somos lo que ellos llaman "profesionales", y eso, parece ser que nos da cierta ventaja. A los habitantes del Capitolio les gustan las cosas hermosas, y en todo Panem es bien sabido, que el distrito pesquero alberga a las personas más bellas de todo el país. No sé si será por nuestra piel constantemente bronceada, o por nuestros característicos ojos verdes. Verdes como el mar que nos rodea y que supuestamente es nuestro sustento para sobrevivir, y digo supuestamente porque como en la gran mayoría de los distritos, practicamente todo lo que recolectamos del mar va a parar a sus mesas, mientras que nosotros hemos de contentarnos con simples menudencias y aunque hay distritos mas desfavorecidos que nosotros, también pasamos hambre, al menos algunos.

Al cumplir los ocho años, mi padre murió en el mar, lo que provocó que mi madre saltara de un acantilado cercano a donde pereció mi padre para reencontrarse con él en la vida eterna, y así continuar con su amor. Esto aconteció que tuviese que abandonar mi cómoda vida para ir a vivir con mi anciana abuela Nan, una mujer que a pesar de su edad era fuerte y por encima de todo muy sabia. De ella aprendí todo lo que sé, era más lista que el hambre. Al principio de vivir con ella, me extrañaba mucho su atuendo. En todos sus vestidos, siempre llevaba parches hechos con trozos de distintos colores, eso era algo que me llamaba especialmente la atención, pero no descubrí su significado hasta que sufrimos una mala racha. Las manos de mi abuela ya no eran tan rápidas como antes y sus ojos estaban cansados, con el poco trabajo que yo podía conseguir después de las clases no teníamos suficiente para comer y así fue como averigué el porqué de esos parches. Mi abuela, era la persona que mejor tejía del distrito, por lo que a veces, no solo se ocupaba de tejer las redes de pesca, también se dedicaba a coser y adornar vestidos con perlas y estrellas que otros recogían del mar y que iban directamente a las tiendas del Capitolio, así que siempre que podía se escondía una perla y después se la cosía al vestido oculta tras un retal. Así que cuando andábamos un poco mal de dinero, mi abuela se descosía un parche para poder vender la perla de su interior y poder así tener algo que llevarnos a la boca. Teníamos rachas buenas y malas, pero eso terminó el día en que mi nombre salió en la cosecha.

4 comentarios:

  1. está geniaal!!!
    pero te aconsejo una cosa, no hagas las frases tan largas, usa también el punto y el punto y coma(hay una frase que dura 12 líneas)
    pero lo haces bastante bien, que conste :D

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  2. Gracias!
    Si, ese es mi problema, que siempre hago las frases muy largas, nunca se donde cortar xD pero gracias por el consejo, intentaré seguirlo, aunque no prometo nada, porque siempre me pasa lo mismo!

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  3. Me encanta, voy a seguir leyendo y te voy opinando. Por ahora no puedo despegarme de la pantalla del ordenador. Escribes genial.

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