miércoles, 18 de abril de 2012

CAPÍTULO 7 Mags

Nos quedamos en silencio durante un rato, solo lo rompemos cuando le digo que deberíamos movernos. Nereo coge el tridente y se pone en marcha, yo me echo a andar por el lado opuesto al suyo, pero al girarme veo que está parado mirándome así que me paro y con un movimiento del brazo le invito a venir conmigo, sonríe y me alcanza.

Mientras caminamos, me pone al día sobre lo que ha estado haciendo desde que nos soltaron en la arena. Sobrevivió al baño de sangre gracias a su rapidez y su don para huir, pero no sin antes arriesgarse para hacerse con el tridente, y los días posteriores estuvo escondido en una grieta, alimentándose a base de unas pequeñas bayas rojas. Me sorprende lo afortunada que he sido.

El camino, cada vez es más empinado, por lo que aminoramos el paso y finalmente nos sentamos a descansar. Es bueno tener un compañero, ya que no tienes que estar tan alerta a cada paso de das, pero pensar que en algún momento nos tendremos que separar me produce una punzada de dolor. Me tumbo a un lado y miro hacia arriba, veo un nido, así que me levanto e intento sin éxito alguno alcanzarlo, por lo que Nereo se ofrece voluntario para subir al árbol. Cuando llega al nido su cara se ilumina y me empieza a lanzar cuidadosamente los huevos, no son muy grandes, pero algo es algo. Empezamos a movernos, para buscar algunas ramas y hojas secas para hacer fuego y poder cocinarlos, ya que al comerlos crudos nos arriesgamos a contraer salmonelosis.

- ¿Has oído eso? - pregunto con una voz apenas audible y poniéndome en pie.

Asiente y me imita, lo cojo del brazo y tiro de el hacia unos arbustos. No tardamos mucho en averiguar de dónde procede el sonido. Es la chica del uno, pero está sola, entre los dos podríamos reducirla, ¿pero quién me dice que no es una trampa?. Miro a Nereo que me hace una señal para que nos abalancemos sobre ella, pero no me da tiempo a decirle que no, porque el ya está corriendo hacia la chica. La ha pillado totalmente desprevenida y la tumba en el suelo, forcejean, yo estoy totalmente paralizada, no se que hacer, porque no quiero ser una asesina. Entonces veo que ella a sacado un cuchillo y está a punto de clavarselo por la espalda, es en ese momento cuando salgo de la seguridad de mi escondite y me lanzo hacia ellos, consigo arrebatarle el cuchillo de una patada y mi compañero se sienta sobre su pecho, colocándole las piernas sobre los brazos inmovilizándola, pero ella empieza a gritar en busca de ayuda y se que si los otros andan cerca no tardaran en llegar en su ayuda. Saco una de las cuerdas que llevo en la mochila y empiezo a atarla como me enseñaron en el puesto de nudos del Centro de Entrenamiento. Cuando la tengo completamente sujeta, tiro de Nereo y nos alejamos corriendo, no llegamos muy lejos cuando escuchamos un cañonazo.

- ¿Crees que la hemos matado? -  me pregunta angustiado. Niego con la cabeza porque es totalmente imposible.

- Habrán sido sus amigos. - respondo dándole énfasis a la palabra "amigos". - No podían dejar escapar la oportunidad de deshacerse de un tributo profesional, ¿no crees?

- Supongo.- dice algo más sosegado.

- Busquemos un refugio, está empezando a oscurecer.- le digo y nos ponemos en marcha.

Encontramos un árbol caído sobre unas rocas, es perfecto, porque nos protegerá de la lluvia y de ser vistos. El suelo está bastante seco, nos sentamos y nos comemos los últimos plátanos que me quedan y unas bayas que fuimos recogiendo por el camino. Justo cuando terminamos de comernos las frutas escuchamos el himno del Capitolio y vemos a parecer las caras de los dos últimos tributos muertos. La chica del uno y el chico del nueve.

- Ya solo quedamos siete. - murmura.

- ¿Porqué no intentas dormir un poco?.- digo.- Yo vigilaré.

No tarda mucho en caer rendido. Me siento con las piernas recogidas y apoyo la cabeza en las rodillas, le observo dormir y no puedo evitar dar algunas cabezadas. Cuando empieza a clarear, la incesante lluvia al fin parece darnos una tregua, lo zarandeo suavemente hasta que abre los ojos y le propongo ir al lago que vimos ayer al venir hacia aquí.

No tardamos mucho en llegar. Nereo suelta el tridente, se quita las botas y se lanza al agua de cabeza. Yo me quito la mochila y me siento en una roca, me desato las botas y me remango los pantalones, para revisar las heridas. Al retirar los vendajes y el musgo compruebo que ya están mucho mejor, así que las dejo al aire. Me acerco al agua y me lavo las heridas, después la cara y los brazos. Me giro hacia la mochila y rebusco en su interior hasta hallar el anzuelo que fabriqué con la hebilla de mi cinturón, lo ato al trozo de cuerda que me queda y lo lanzo al agua. Busco a Nereo con la mirada y lo encuentro nadando en mitad del lago, lo miro durante un rato y noto algo raro, justo cuando estoy a punto de gritarle que vuelva a la orilla, se hunde en el agua y veo como su cuerpo se retuerce y se quiebra entre los musculosos anillos de una serpiente de color verde oscuro, con marcas ovales de color negro y ocre en los flancos, una anaconda.

Me dejo caer de rodillas mirando horrorizada el terrible final de ese pobre niño. Las lágrimas me ciegan, apenas soy consciente de nada de lo que pasa a mi alrededor, en lo único que puedo pensar es en Nereo, se escucha el cañonazo que confirma que la serpiente a hecho bien su trabajo.

Sigo tirada en el suelo cuando alguien se abalanza sobre mi, no tengo fuerzas y estoy a punto de dejarme ir, pero entonces miles de imágenes me vienen a la mente: mi abuela, mis amigos del distrito, el mar... ¿de verdad voy a dejar de luchar por volver con ellos?, esos pensamientos son los que me hacen reaccionar, no quiero decepcionar a nadie, así que empiezo a forcejear y le doy una patada con todas mis fuerzas, lucho por levantarme y llegar hasta el tridente, pero no dejo de resbalar con el barro ya que no me dio tiempo a ponerme las botas. Estoy a punto de alcanzarlo cuando me agarra del pie y empieza a tirar de mi, me pongo boca arriba y con el otro pie le atizo en plena cara, lo que provoca que me suelte llevándose ambas manos a la cara, me levanto a trompicones y consigo llegar hasta el árbol donde esta apoyado el tridente y sin pararme mucho a pensar se lo lanzo con todas mis fuerzas. Suena un cañonazo y me doy cuenta de que me acabo de convertir en una asesina.

7 comentarios:

  1. Vergüenza debería darte haber matado al pipiolo del tridente :_

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    1. es verdad!1 pobre nereo. pero en algún momento tenía que morir :/
      el cap genial, cada vez lo haces mejor, y ya no haces nada eso de hacer las frases muy largas

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    2. Juuu T-T
      Me ha dado mucha pena matarlo, era como un hijo, ¡le dí mi propio nombre! pero tenía que hacerlo y no quería que ninguno de los otros lo hiciera... aunque reconozco que lo podría haber matado de una forma más suave, pero recordad que son los Juegos del Hambre.

      Shoppo: siii, me caló muy hondo lo que me dijiste y me fijo más xD Gracias!

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  2. Vale, se te "perdona", sigue con el capítulo 8. Gracias ì3í

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  4. Me encanta tu blog!
    YO tengo uno de los primeros juegos, me gustaría que te pases a verlo me sigas y me afilies, YO YA LO HAGO :D
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    1. Me alegra que te guste!
      Ya te tengo afiliada, ahora mismo voy a ponerme al día con el tuyo!

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